La traición de Beauvais/Ryanair

7 01 2010

El Sena de día.

Antes de comenzar pido disculpas por llevar esta bitácora de viaje tan pero tan atrasada… pero es que debido a que el internet no es tan seguro para los viajeros sin dinero como yo, es difícil mantener un blog al día, y luego con tantas pero tantas horas caminando y sin poder encontrar un McBolas o algo así pues es peor aún. Pero estoy seguro de que me perdonarán mientras siga el relato fiel a los hechos y con el ánimo intacto… así que allá voy.

Beauvais… la ciudad francesa que me vió llegar por vez primera a ese gran país… Beauvais, la ciudad pequeña con magia que me enseñó la nieve, que me hizo caminar por ella y helarme los pies, la ciudad con un centro hermoso de campiña francesa… Beauvais me traicionó, me hizo lo peor que una ciudad le puede hacer a un visitante: Negarle la hospitalidad.

Pont Notre-Dame

Al otro día después de mi aventura con la torre, regresé a Notre-Dame para tomar fotos de día y así poder mostrarle a las personas que se la pasan diciendo que mi aventura es una fantasía que todo es más real que su mediocridad. En fin, salí temprano de mi hospedaje, que debo decirlo… me dio más gusto que otra cosa pues el cuarto sin ser feo si era algo disgustante, la calefacción era una lata y el baño sólo estaba separado del cuarto por una cortina, como baño de pulquería. Bueno, la cosa es que regresé a Notre-Dame y de paso aproveché para tomar fotos del Sena con luz natural. Unos días antes había reservado un vuelo para Venecia con Ryanair, la compañía que ofrece vuelos baratos, baratísimos.

Baño de pulcata de mi habitación en París.

Casas junto al Sena

Hablando un poco de esta compañía, Ryanair es una especie de transporte aéreo de segunda clase, como por ejemplo Volaris en México o el equivalente en transporte terrestre sería un Estrella Blanca de segunda clase, en donde se sientan los que pueden, algo así pero con el estilo europeo… pero vamos, aún en Europa Ryanair no deja de ser una aerolínea «chafita» en comparación con Lufthansa, Iberia, Itap, United, Delta, British Airways, o hasta Mexicana de aviación o Aeroméxico… pero sus precios son una ganga, cuando pasé mi primera noche en Francia, en el aeropuerto de Beuavais, pude checar los precios y debido a que las carreteras serían intransitables por un rato, pues decidí reservar un vuelo con ellos. El coste sería de 60 euros, una verdadera oferta tomando en cuenta que los vuelos de París hacia Italia (cualquier destino) no bajaban de 100 euros y que viajando por tren y autobús me gastaría casi 250 euros. Para los europeos, sólo existen dos modos de viajar distancias largas: Por avión o por tren. El autobús es sólo para distancias medias (Pachuca-Tizayuca, por ejemplo) y son tan modernos los autobuses suburbanos (microbuses) que son en realidad autobuses para la ciudad. Así que sólo tenía esas 2 opciones, y me incliné a favor de Ryanair. Uno de los aspectos que lo hacen tan barato es que no imprimen boletos, y no se venden boletos de hecho. Para adquirir un vuelo la única manera es el internet, de ahí se imprime el pase de abordar y ya, se presenta el pasaporte y listo. Otro aspecto que después descubrí fue que Ryanair anuncia vuelos a Londres, a París, a Milán, a Bruselas… a Roma… y no es cierto. Llegan a aeropuertos alternos (como Volaris, que aterriza en Toluca) y de ahí a la ciudad señalada hay que pagar otro transporte… Beauvais es el «alterno» a París, así que se me hizo un tanto injusto, y más cuando me dí cuenta de que ponen la llegada real en letras chiquitas… malditos Ryanair…

Notre-Dame de día.

Yo reservé mi vuelo gracias a la ayuda invaluable de mi compañero de viaje que tuvo a bien llevar una tarjeta de crédito sin dinero la cual yo usé para ese vuelo, mientras que para los otros… ya les contaré. Mi avión salía a las 7 pm de Beuavais, lo que significaba tomar de nuevo el tren de Garu de Nord en París hacía la mentada Beauvais. Tomé mis fotos, me dí un vino de medio litro y me acabé unas papas fritas y listo, a Beauvais. En el tren, un maldito inspector se quiso poner fresa con los boletos, pues en toda Europa existe un sistema de validación de transporte parecido. Ya lo expliqué antes, en Porto se usa la tarjeta y se pasa por un sensor, en París el metro es igual al de México hasta en el boletito, pero en el trasnporte inter-ciudad se usan unas máquinas que estampan el boleto con la hora, la cosa es quen o basta comprar el boleto y ya, se debe estampar o «validar» a fuerzas antes de usar el servicio. Esto es interesante pues ofrece la posibilidad de comprar el boleto y usarlo hasta dentro de un límite de tres meses, mientras no se haya validado. Y una vez validado dura 60, 75 ó 90 minutos (dependiendo el país o la región) e incluso si se compra el viaje redondo pues se puede usar cuando se necesite, no de inmediato. Pero  yo no validé mi boleto, de hecho ni siquiera compré uno nuevo pues el que había comprado la primera vez lo pude usar de nuevo. El oficial me quería poner una multa de 50 euros sólo por no haber metido el maldito boleto a su estúpida máquina, y nuestra discusión iba en aumento hasta que llegó una mujer oficial. Lejos de calmar las cosas, una persona femenina las emperora a veces, y éste fue el caso. La maldita francesa histérica no entendía ni una mentada de madre en inglés y lo mismo me pasaba a mí con el francés, por lo que casi a señas le expliqué que no sabía que había que validar, yo había comprado el boleto y todo estaba bien, sólo estaba de paso y no pensaba hacer fraude o algo con el transporte.

Pisando Notre-Dame

Pero no, a fuerzas quería los 50 euros de multa. Y al final quedamos de arreglarlo en la estación… cosa que ocurrió a medias pues llegando a la estación me bajé y me salí de inmediato para llegar a tiempo al aeroperto pues como se recordará, el centro de Beuavais (donde está el tren) queda a más de una hora camiando, y aunque esta vez no había nieve, de todos modos tenía que apresurarme. Ya saliendo, pasó lo jocoso e inevitable: Mis líos con la ley francesa. Dos tipos de sguridad de la estación me alcanzaron y con esa típica fuerza controlada que usan los puercos me llevaron «amablemente» de regreso a la estación. Ni para que alocarse, los gendarmes franchutes no se ven muy locos pero no quería demostrarles como se trata a la ley abusiva en México pues me interesaba más mi vuelo, pero de haber querido… je je, ¿Exagero? Tal vez…

Pene a Notre-Dame por tener parte de culpa en la pérdida de mi avión.

Después de una media hora de explicaciones, pudimos llegar a un entendimiento: No lo volvería a hacer jamás y no quería dañar el sistema ni nada, sólo no sabía lo de la validación… y corriendo salí de ahí maldiciendo con mi poco francés al tren y a sus idiotas trabajadores… A tomar autobús, ni modo. pero antes el nene quería sus cigarros franceses para llevar su cajita y presumirla, ¡Ah banal anhelo! Ir por esos cigarros y por una rebanada de pizza me costaron caro… pues yo había visto el horario del autobús al aereopuerto pegado en la parada, y seguro que decía 6-30 pm… pero en dias entre semana. Ese día era sábado así que el transporte acababa antes… y el próximo shuttle al aeropuerto salía 7.15 o algo así, lo que virtualmente me dejaba fuera de toda posibilidad de agarrar el vuelo.

El rosetón de Notre-Dame.

Y eso fue lo que sucedió, perdí el vuelo… de nuevo. Y el personal de Ryanair fue tan déspota, tan falto de tacto, tan… culeys… no escucharon razones: Los franceses son gachos, al menos los que trabajan en Ryanair. No quisieron ponerme en otro vuelo, no quisieron regresarme el dinero, no querían nada… claro, nada que no les dejara ganancia: Si pagaba 100 euros me ponían en un vuelo a Venecia al otro día o a cualquier destino de Italia que yo quisiera. Y debo de agradecer a mi madre y mis amigos que gracias al poco dinero con que me pudieron ayudar para este viaje pude entonces aceptar esa oferta y pagar los 100 euros para ir a Roma. Pero oh, la cosas no iban a ser tan fáciles… de lo enojado y de lo frustrado que estaba había olvidado un detalle pequeño:  Ya había reservado y hecho un pago por correo para un hostel en Venecia, el Art Hotel. Y no iba a dejar perder ese dinero, así que regresé al mostrador y le dije a la monita que me cambiara el boleto, que había habido un error. Me había dado el boleto 5 minutos antes, y la muy zorra no me quiso cambiar el destino. Maldita perra francesa la odio y la odiaré toda la vida: Casi se reia  en mi cara. Le dije: «Hey,te acabo de pagar, fue un error, apenas lo vas a meter al sistema el pago, sólo cambia Roma por Venecia» y no y no y no, no, no. Que se pudra en el infierno para siempre la malparida loba con aliento de excremento de cerdo y escamas de serpiente por órganos sexuales.

Detalle superior de Notre-Dame.

Al carajo, me voy a Roma, es Italia de todas maneras. El vuelo era para el otro día a las 9.00 am, así que me preparé para dormir en el aeropurto de nuevo, ya había sido una vez mi asilo así que de nuevo lo sería… pero no, Francia y Beuavais me querían hacer sufir esa noche: Ryanair no vuela de madrugada, así que como no había vuelos retrasados ni cancelados (como la vez anterior) el aeropu,erto iba a cerrar. Si, a cerrar. Malditos asnos galos. Y como yo había unas 20 personas que tenían vuelos temprano y que se disponían a quedarse para esperarlos, pero los corrieron también. Pero debo ser justo: Una señora de alto cargo consiguió acomodo en un hotel para todos, sólo que a 30 euros la noche. Consiguió además un transporte para ir al hotel, un shuttle fuera de servicio que hizo el amable favor de ir a recogernos a todos. Pero no tenía caso: Pagar 30 euros por unas horas era un lujo que no me podía permitir. Antes de que llegara el transporte y se arreglara lo del hotel, pensé mi plan, y decidí quedarme en las inmediaciones de la terminal aeréa para poder entrar a las 6 am y ya esperar mi vuelo.

La estación de Garu de Nord en París y el tren que me llevó a Beauvais.

A la 1 am el transporte nos llevó a todos al dichoso hotel, por cierto que en el aeropuerto conocí a un grupo de mexicanos (mexicanas, eran 5 ó 6 chicas y un sólo mono) que me dejaron una impresión bastante desagradable. Para empezar eran de Guadalajara, ciudad que detesto junto con la mayoría de sus habitantes pues muchos tapatíos han sido deleznables conmigo. Y luego eran «mochileros», con esas mochilas de campo bien locas, con sus bufandas caras y toda la onda… y hablando como fresas -lo eran- y diciendo idiotez y media… denigrando totalmente a los aventureros reales que se parten la espalda para lograr un sueño. Estas chicas tenían dinero, y si no, le llamaban a Papi y listo. Me recordaron mucho a una tal Karla que conocí cuando me juntaba con gente hipócrita… el tonito fresa, las bromas estúpidas, el sentirse muy «rudas» viajando de a «mochilazo», por favor, esas niñas no sabían lo que era un mochilazo de verdad… algo bueno fue que los jodi un poco con la derrota que su equipucho sufrió en semifinales a manos del Pachuca con un gol de último minuto de Mosquera, ya todos conocen esa historia… me pidieron consejo y me ofrecí a guiarlos hasta el centro de Beauvais para no dormir y tener fiesta, pero… no, prefirieron el calorcito del hotel y no caminar je je… si tan sólo me hubieran visto caminando por entre la nieve unos días antes, se orinan en sus Calvin Klein. En fin, llegando al hotel cada quien agarró su camino, y yo agarré mi ruta de vuelta al aeropuerto, tenía que hacer tiempo. El frío empezaba a subir (o bajar?), el termómetro del tablero luminoso del hotel marcaba 1 grado cuando empecé a caminar y durante el trayecto fue descendiendo.

Catedral de Beauvais. Es como Notre-Dame "chiquita".

Es increíble la sensación de caminar por la autopista de noche. La negrura de la noche francesa y el frío no eran nada comparados a la sensación de soledad que una autopista desierta da. El hotel no estaba en ninguna ruta que yo conociera y a pesar de que el camión se tardó unos 40 minutos en llevarnos y yo calculaba que en dos horas llegaria de regreso, la verdad es que el camino era largo. Fui siguiendo los letreros que tanto me recordaron mi primera noche en Francia, pero en serio que caminar con la temperatura bajo cero en la más negra de las noches y sin un alma en la redonda es una sensación de placer, miedo, incertidumbre y aventura real al máximo. Y fueron las dos horas, quizá un poco más… hasta que llegué a la malla que marcaba el inicio de las pistas de aterrizaje del puerco mini-aereopuerto de Beauvais. Eran las 3 y algo cuando fui llegando y el termómetro del tablero (esta vez del propio aeropuerto) ya marcaba -2 grados.

El Arco gótico de la catedral de Beauvais.

Y abrían hasta las 6 am… busqué por los alrededores un lugar donde acurrucarme pero no había alguno que me convenciera, pensé en meterme debajo de autos pero la sola de idea de quedarme dormido me horrorizaba, además la amenaza latente de una nevada me hizo desistir. Al final, en el pasillo de afuera del aeropuerto vi las sillas y mesas del restaurante acomodadas con cuerdas (se supone que esas mesas se sacan para que la gente coma afuera, pero debido al clima se habían quedado ahí sin usarse) y decidí meterme debajo de ellas. Pensé que sería cosa fácil pasar unas tres horas ahí, sólo tenía que abrigarme bien y listo, acomodarme abajo de la mesa, poner la maleta como dique entre el viento helado y yo y presto. Pero la inexperiencia es la base del conocimiento posterior, por lo que muy tontamente imaginé que estaba en lo correcto pero el clima francés me destrozó mi idea. Entraba frío por todos lados, mi chamarra no era suficiente, mis tenis rotos ya eran una coladera y la falta de guantes tenía mis manos de color púrpura.

De enfermo en los Campos Elíseos. La foto está borrosa a propósito.

En Pachuca siempre me he mofado del frío, en Matamoros aprendí que lo puedo soportar bien, en Los Ageles jamás experimenté un frío duro… pero el frío europeo es de respetarse, A partir de esa noche, respeto al frío de Europa y respeto mucho a los pobres diablos que no poseen un techo y pasan la noche a la intemperie. Alguna vez compartí con ellos muchas cosas en común cuando vivía en Los Angeles, pero esta vez debo de quitarme el sombrero frente a ellos. El frío en Beauvais era tan horroroso que sentí que mi voluntad flaqueaba. Estaba cansado de caminar, hambriento, con frío, decepcionado de perder el vuelo, preocúpado por gastar dinero de más, triste y con el ánimo helado como mi cuerpo.

Dormí quizá una hora, y el ruido de los trabajadores que llegaban a preparar todo a las 4.30 am me despertó. Una tipa hasta me vio, pero no me dijo nada, eso me dio una idea de que estan acostumbrados a tener indigentes por los alrededores y me dio coraje que desdeñen así a un ser humano y los domingos saquen sus trajes y canten himnos…  Cuando sali de las mesas, la temperatura eran de -3 grados. Había sobrevivido al frío, pero me sentía destrozado.

Que diablos???

6 am se abrieron las puertas y con más timidez que otra cosa entré. Siempre he sido una persona con alta confianza y seguridad en mí mismo, con actitud altanera y prepotente. Esta vez entré como un pequeño ratón, sin hacer ruido, con la cabeza gacha y me senté en un rincón. Al dar las 8 am, pude recuperar algo de energía con un café que amablemente me invitaron y entonces pude recuperar poco a poco mi gallardía, y les deseé a los franceses trabajadores de Ryanair (sólo a ellos) la peor de las suertes… y escupiendoles en su suelo recuperé mi entereza: No me iban a vencer unos franchutes ni una aerolínea de bajo costo, no me iba a vencer un frío y un contratiempo, tenía que llegar a Italia a como diera lugar… y así, con el corazón encendido por la traición de Beauvais y la derrota de la noche anterior, me dispuse a vencer, a dejar todo atrás y a poner en claro que ni Francia ni Europa me iban a detener jamás: Aún me quedaba mucho camino por recorrer, y sí, mucho, demasiado.

Avioncete de Ryanair... aunque si hacen el paro por los bajos precios...

Placa de Francia en la Unión Europea... la última foto que posteo de París hasta que algo excepcional pase.

Agradezco a mi buena amiga Fernanda sus comentarios y apoyo para el blog… nos vemos en 6to semestre fer, hazme publicidad con tus amigas…





Se puso fresa el internet…

2 01 2010

    Un disculpa enorme, he tenido bastantes problemas tratando de conectarme cuando justo pensé que podía hacerlo con más frecuencia. Primero, espero que se hayan pasado un año nuevo fabuloso y que la resaca mental, física, espiritual y sexual no haya sido tan abrumadora. Por el momento me voy de Venezia, ha sido una estancia inolvidable y les deseo lo mejor desde la Plaza de San Marco en donde la celebración fue fenomenal, se aproxima el fin del viaje pero aún queda otra vuelta a Roma, un tren a Bergamo, un vuelo a Bruselas… y el fin del camino llega para mí. Estaré posteando la traición que aconteció en Beauvais, la noche más infernal del año en la que tuve que dormir en la calle con 2 grados bajo cero, con un personal de Ryanair insoportable, con la policía francesa jodiendo y con rabia contra las autoridades, como siempre. De ahí me seguiré a lo que fue mi primera vuelta por Roma (bastante rápida pero productiva) y la llegada a Venezia, la ciudad más hermosa del mundo, el corazón del universo, el nervio central de la tierra, el paraíso perdido y la fruta prohibida. Felices fiestas les deseo a todos ahora que ya se acabaron ja ja y la vida sigue su gris curso normal, al menos tengo otros días de aventura…

El Coliseo, magnífico lugar de selección "natural"

Lo logré, llegué a Italia, el sueño realizado, la muerte ya puede reclamarme.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Celebrando el previo al año nuevo desde el Ponte di Rio Alto en Venezia

Feliz año desde San Marco, Venezia en la celebración del amor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Venezia...

 





Navidad en París y Père-Lachaise 2

1 01 2010

La fiebre de compras de navidad en París

Justo después de salir del cementerio gracias a los guardias del mismo, tuve que rehacer el plan. Esa noche era navidad, así que estando en París la navidad (que conste: No la celebro como tal por el nacimiento de Cristo si no más como tradición añeja) significa soledad, significa una buhardilla miserable, un tintero a medios, hojas, vino y enfermedad. Ya había visto suficiente de los parisinos para darme una idea clara de que no podía contar con fiesta pública en París para la navidad. Todo mundo se iba a sus casas, con sus familias y las calles, por increíble que parezca a las 6 pm ya empezaban a quedarse vacías. La lluvia que me venía persiguiendo desde el cementerio no cesaba, y había sido ya tan constante que comenzaba a resultar irritante. Pero vamos, esto es París, en algún lado debe haber movimiento… tomé el metro (¿Ya dije que es igual de horrible y hasta con el mismo tipo de boleto que en la ciudad de México? Bueno, supongo que nuestro metro capitalino es una obra «inspirada» por el de París) hacia donde fuera, el asunto era encontrar donde comprar algo de cenar y comer al otro día, y barato.

Toilettes públicos... a 1 euro cada uno...

París en ese aspecto abusa. París es caro, carísimo… de noche y de día París es na ciudad cara, y en todos lados. No sólo cerca de los lugares atractivos o concurridos, sino que incluso en el barrio donde me hospedaba las cosas eran caras. Y comprar comida significaba para mí hacer un gasto de máximo 7 euros, Con eso, en Porto alcanza para una francesinha con un vaso de cerveza y batatas (papas) fritas. Alcanza para un vino de 3.50 y una bifana sencilla del mismo precio, o para 3 pizzas de microondas y una bebida. Pero en París, alcanza para una bebida -la que sea, Coca-Cola, leche o agua- unas frituras y algún panecillo barato. Para poder comer un pedazo de lasagna o un kebab apenas es suficiente con eos 7 euros, lo cual deja sin posibilidad de tomar algo. El metro es caro, por cada viaje se paga 1.60, y es un viaje sencillo (En Porto se pagan .90 céntimos y se puede usar las veces que sea durante una hora… o como le hice yo, subirse casi siempre sin pagar). El único lugar barato y que me salvó demasiadas veces tanto en Porto como en París como en los demás lugares que narraré se llama Lidl, es un supermercado para pobres y viajeros como yo, en donde los precios son bajos y en done la gente más necesitada de ahorro compra. Supongo que Lidl es una cadena que opera en toda Europa pues la vi en todos los países que visité, con excepción de Alemania pues sólo deambulé unas cunatas horas sensacionales por ahí.

El supermercado salvador de vidas, Lidl

Pero regresando al punto, París es varo, y para un viajero como yo resulta decepcionante y a la vez frustrante ver tanta luz, tanta magia, tantas cosas que se le pueden llevar a los amigos y no poder comprar ni un mugroso llavero o algo para compartir… y esa noche, tenía que hacer algo… tomé el metro a ninguna parte y me llevó a la Ópera, pero no al teatro de la Ópera de París sino a una sub-sala o sub-sede, la llamada Ópera Garnier, aunque en el frente ostenta el nombre de Academia Nacional de Música.

Ópera Garnier

Majestuoso edificio, en realidad. Una lástima que por ser 24 de diciembre no estaba abierta… y frente a ese edificio imponente encontré una multitud de turistas mezclados con franceses de todas clases y niveles que se dirigían a un lugar alumbrado con cuatro millones de foquitos en adornos (es exageración) llamado Galerías Lafayette. Tal lugar es el lujo de París encarnado en la tierra, es un mall de fantasía. Cartier, Dolce & Gabbana, Rolex, Versace, Prada, Paco Rabane y Lacoste entre otras decenas tienen locales exclusivos y sacados de fantasías locas.

Tejado de la Ópera Garnier

El lugar en sí es un himno al consumismo desmedido que impera en las grandes ciudades, y para fortuna mía llegué cuando faltaban pocos minutos para que todo ese lujo banal y sin sustrato que demerita a la verdadera París cerrara. Las personas entonces se aglutinaron en los aparadores de la planta baja en donde se habían puesto muñequitos de diversas formas (conejos, muñecos de gengibre, «rockeros», chicas fashion) que se movían gracias a unos hilos y un mecanismo de engranes dispuesto en el techo. Una obra digna del mejor relojero del mundo, pues no eran movimientos sencillos: Cada muñequito tenía una secuencia entera de movimientos que lo hacía único. Por ejemplo, en una de las vitrinas se representaba el espíritu navideño con una copa de champagne de la que salían otras 6 ó 7 y en cada una de ellas había conejitos peludos dando su rutina, uno bebía, otro bailaba, otro tocaba una guitarra, todo como si fueran títeres (en el fondo lo eran) manejados por un carrete me tálico que le daba al engrane la fuerza para moverse y éste a su vez mover los hilos pertinentes. Parece sencillo, pero era toda una obra de fina construcción pues había unas 7 vitrinas con escenas largas y elaboradas.

Galerías Lafayette

Cerca de las Galerías compré un vino de 5 euros y decidí darme un lujo en mi navidad en París, pues no sabría si la pasaría en la calle de regreso a mi hospedaje o ya en el mismo, o en un puente o en donde fuera… decidí comprar una cena buena, una pizza o un kebab o un par de sandwiches fríos que podía calentar (en caso de llegar) en los fierros de la calefacción de mi cuarto. Pero estos franceses… y en general toda Europa… son tan madrugadores… y lo son porque una vez que se mete el sol, el día termina para ellos. No duermen de inmediato, e hecho duermen hasta las 12 ó 1 am, pero dejan de salir a la calle y sólo algunos jóvenes de parranda y los vagabundos sin hogar son vistos caminando por las calles.

Mega adorno de navidad...

 Ese 24 no fue la excepción, ya todos los negocios de comida en la zona de las Galerías  estaban cerrados y los restaurantes que seguían abiertos eran una bofetada: Un plato de carne de ternera con raviolis en 22 euros. ¿McDonal’s? Ni hablar, suficiente de los malditos imperialistas… caminé por cerca de media hora buscando hasta que mejor encontré una entrada al metro, me metí y me regresé a mi hospedaje.

Calle mojadas navideñas

Recordaba que cerca de mi hostel había visto algunos restaurantes pequeños, el equivalente de los puestos de hamburguesas y tacos en cualquier rincón de un fraccionamiento en Pachuca. Pero ya todo estaba cerrado. Ya casi cuando me resignaba a regresar hasta el McDonald’s más cercano de esa zona (camino al cementerio de nuevo) encontré un local abierto en el que de inmediato se posó mi mirada. No lo dudé más, al ver el nombre abrí y me metí sin saber exactamente que vendía, sólo sabía que era comida. El nombre del restaurante era «El Medina»… y en navidad, el espíritu del maldito Paco se hizo presente… «El Medina…» maldito Francisco…

Restaurante "El Medina" en los barrios bajos de París

El lugar en cuestión resultó ser un restaurante de comida de Túnez, y no hablaban ni inglés ni español. Un cliente (que es más como amigo, pues era una especie de restaurante dedicado a los tunecinos) me hizo el favor de traducirme y hasta de recomendarme la especialidad, un «Couscous Royale» de 7 euros. Va, me lo echo… y de paso agarré una Heineken que le ví en su refrigerador y por «tan sólo» un euro más, me daba el tunecino una Coca-Cola de litro y medio. Perfecto, comida rara en navidad, un vino y una Heineken, sólo me faltaban cigarrillos. Cuando me dio mi couscous en platos para llevar, pensé ingenuamente que me había dado cubiertos, pero oh desilusión… la cosa esa pesaba demasiado, y el plato consiste en una especie de «arroz» pero hecho de trigo, es digamos… granitos pequeños, como de unos dos milímetros de grtane cada uno y stán hehos de trigo, y de lejos parece arroz. Me parece que se hiervey se le echan ahí especias, y el mío lo sirvieron con verduras al vapor (deliciosas y eso que odio los vegetales al vapor) y con carne de pollo, de res, una tripa de puerco y un pedazo de carne de borrego.

Eso era suficie

Couscous

nte para cenar y comer al otro día, pues como es de todos conocido el día 25 por lo general es difícil encontrar comida, o eso pensaba yo.  Algunos metros más adelante compré unos cigarros en una tienita de las que ya describí antes, pero esta vez eran unos negros los dueños. Nunca he sido directamete negrofóbico en serio, siempre lo he dicho de broma y jugando con el heho de que los mismo negros se han auto-etiquetado como personas (en América) que sólo saben jugar deportes, ser comediantes malos y dar golpizas o vender drogas. En Francia, el racismo no parece estar demasiado elevado aunque sí pude notar desconfianza hacia las personas de otros países que emigran a París, pues los negros son negros reales venidos de África, los orientales son demasiados y los del medio oriente cargan con el estigma del Islam y su malinterpretación. Sin ningún ánimo de ofender, a los negros en París (los de «menor status») se les ve con un poco de recelo -quizá sea yo, esta opinión es parcial y subjetiva pues es mía- y cuando compré los cigarros, me vendieron unos baratos y me los cobraron casi al doble. Gasté 5 euros y fracción cuando los mentados cigarros costaban 3.30, y me dí cuenta.

Bebidas para navidad

 Ninguno de los negros hablaba inglés bien, de hecho la mujer negra no hablaba inglés para nada. Pero ella era la cajera, y me vio a los ojos cuando me «chamaqueó», como esperando ver si me daba cuenta, cosa que hice. Pero no le dije nada, le dí el dinero y me sonreí con esa sonrisa irónica que tan bien me sale y me fui. Probablemente los negros necesitaban más el dinero que yo, probablemente me vieron «turista» o probablemente subieron el precio por ser las… 8.50 pm. De todos modos, sólo contribuyeron a empeorar su imagen, y sólo añadieron una piedra más al cúmulo de rocas de inmundicia que la gente ya ha arrojado sobre ellos, esta vez fueron ellos mismo quienes aventaron la piedra.

Corcho en vino... siempre lleven un sacacorchos a Europa.

Y llegó la cena. El couscous, delicioso. El frío que hacía afuera me sirvió de refrigerador, puse en la cornisa de la ventana la Heineken y el vino, y cuando los metí estaban en su punto, aunque el vino se tomaba a temperatura ambiente, pero no me importó. No me acabé el couscous, era demasiado, fue una buena elección… lo tuve que comer con los pequeños estuches de plástico donde vienen mis lentes de contacto, pues no tenía cucharas… Cuando abrí la cerveza empezó la navidad: Fumé unos cigarrillos, puse algunas canciones en la computadora, brindé por Europa y salí a la ventana a observar a París. Ya saben todos que una Heineken de ese tamaño prende los sentidos… y después de medio vino, me puse mi chamarra, amarré mis agujetas, escondí el vino entre mis ropas y me salí. Busqué y busqué las calles que tanto quería encontrar, pero no lo logré. Tuve que regresar mojado y cansado a terminarme el vino (que por cierto, pasé desde las 9.20 pm hasta las 10 pm tratando de abrirlo sin sacacorchos, en la recepción del Hostel no tenían ni siquiera un tenedor) y así, bebido y mojado pero felíz por mi aventura anterior con Morrison, y con la esperanza de ir a ver a Modigliani al otro día, me dormí. Esa fue l agran navidad en París. Por un lado, aburrida tal vez en la noche, pero al recordar todo lo anterior, vi lo equivocado que estaba. Ir al cementerio, ver a mi héroe,fuamrme unas bocanadas frente a él, quedar encerrado un rato, ver la navidad en París convertirse en un festival dedicado al dinero, comer algo nuevo, beber bien, pensar y festejar sólo con mi esencia en las calles de París… fue una navidad increíble. Y el día siguiente estaría mejor.

Entrada al Metro de París en la zona "media"

 

Una muy pequeña cruda y el aire frío de París que se metió por la ventana abierta me despertaron a las 11 am. Arreglé mis ropas mojadas, usé las que se podían usar de nuevo (los viajeros tienen que economizar hasta en eso) y salí al cementerio. Esta vez, durante el camino pude por fin ver un pedazo del sol de París, era mi primer día soleado (a medias) en Francia y apenas mi tercera vez que veia el sol en Europa, pues en Porto sólo dos ocasiones salió el astro rey. Eso indicaba un buen inicio de día, pues para el  día siguiente ya había hecho una reservación con los hijos de perra de Ryanair para volar a Venecia por un precio bastante bajo por lo que ese sería mi ultima tarde y noche en París, y aún tenía que ver algunas otras cosas, como los márgenes del río en la parte baja, la puerca torre Eiffel y la catedral de Notre-Dame a ver si es cierto que si estaban impactantes como decían, no como lo que resultó ser la Gioconda… pero mi búsqueda central tenía como objetivo era el rio en la parte baja. Llegué rápido al cementerio, llegué rápido a la tumba de Jim, tomé rápido fotografías mucho más claras y nítidas y debio a que el día parecí amejorar, pude buscar otras sepulturas interesantes. Un aspecto desagradable, sin embargo, fue ver que el cementerio tenía una afluencia bastante alta, pues esta vez fue imposible quedar a solas con Jim además de que una guardia vigilaba de cerca ára evitar que gente loca como yo hiciera cosas indebidas como las que había hecho yo el día anterior. No pude tomar todas las fotos de la tumba con las dedicaciones a mis amigos tal y como lo prometí, pues la zorra esa se acercó y aunque no me dijo nada, si estuvo más alerta pues pensó que debido a que en un costado de mi libreta etaba escrito «Fuck France» estaba yo poniendo consignas ofensivas.

Fred Chopin

 Con mucha decepción me fui de ahí, pues la gente no dejaba de hacer cometarios estúpidos, inclusive personas norteamericanas  se paraban y decían: «Is that it?» «Uhm. Not impressive at all»… puercos ignorantes mal paridos. Y luego los amarillos tomándose fotos ahí… por el amor de Satanás el gato, ¿Cómo es posible eso?

Con Balzac

Primero encontré a Federico Chopin, el pianista má famoso de la historia clásica de la música. A pesar de esa fama, poca gente andaba visitando la tumba, lo que me dió la razón sobre la mentalidad estúpida de los tuistas. después le di una visita a Honorato de Balzac, no uno de mis imprescindibles pero sí un clásico de las letras que me gusta demasiado. Nadia, mi ex-novia desconfiada comprometida por internet y crédula estudiante de Ciencias Políticas me regaló un libro de él, «La Comedia Humana». Debajo de su busto en la tumba, una representación en bronce de ese libro yace acostado. Y justo enfrente, encontré una de las primeras gratas sorpresas: Gerard de Nerval.

Con Nerval

Junto con algunos otros, él forma parte del acervo leitrario que me nutre el alma cada que lo leo, y curiosamente fue Hans, el hermano de Nadia quien me introdujo con Nerval. Casualidad… fernte a frente esas tumbas, frente a frente los hermanos… Nerval es sin duda una de las personalidades literarias más atormentadas que han existido, pero la plebe se decanta siempre en favor de Poe en cuanto a vidas trágicas. ¿Hay algo más trágico que perder al ser amado y quedar loco, arrastrando una langosta con un listón desnudo por París? Bueno, ese es Nerval, el más maldito de los poetas malditos… se recomeinda «Las Hijas del Fuego» y «Aurelia», una oda a la locura. Un rato después encontré a Eugene Delacroix, el pintor francés del que ya hablé en mi post sobre el Louvre. Muy elegante su tumba, me pareció un poco fuera de lugar en un lugar lleno de antigüedad y misticismo. Y después, llegué con Moliere y La Fontaine, ambos están enterrados en un jardín pequeño uno al lado del otro. Moliere entra dentro de mi biblioteca por la puerta de los clásicos, La Fontaine lo hace por la puerta de mi niñez, pues ¿Quién no ha esuchado sus fábulas y pendidolecciones sobre la honestidad, el coraje, la amabilidad, la sabiduría…? Otras miles de tumbas hermosas y criptas solemnes se abrían frente a mis ojos con cada paso, en cada pasillo, en cada «Chemin».

Dejando mi recado a Oscar Wilde

Y así llegué con Oscar Wilde, uno de mis favoritos de la adolescencia. La tumba de Wilde está llena de besos por todos lados, es una costumbre ya implementada visitar a Wilde y dejar un beso en su tumba. Un monumento extraño, entre azteca, inca y alienígena ocupa el frente en posición de volar, algo inusual para la tumba de un escritor de este corte. Por todos lados hay inscripciones de la gente, recados de amor, corazones… ven a Wilde como un apasionado, y claro que lo fue (también era homosexual) pero creo que su valor literario más profundo está en las obras de tipo no tan romántico, como «…Dorian Gray», «…Lord Arthur Saville», y su fabuloso ensayo «El alma del hombre bajo el socialismo». Sus cuentos cortos son un referente en cuanto al cuento que yo llamo rosa, pues derraman ternura, ese de «El ruiseñor y la rosa» es una cosa de aquellas que si sacan lágrimas… ni que decir de «El Príncipe felíz»… Golondrina, golondrinita… 

Pachuca-París 2009

 

Y hablando de rosas, la última tumba que visité antes de la esperada fue la de Edith Piaf, cantante de la famosísima canción «La vie en rosa», o «La vida en rosa», la canción francesa de amor por excelencia. Y al fin, encontré a Modigliani. Ningún turista bastardo andaba cera para joder mi momento entre Modiglinai y yo, y después de una plática de unos 10 minutos, dejé mi tiributo, otra plumilla y un pequeña firma escrita en la esquina de la tumba. Estoy seguro que Modí puede perdonarme que haya rayado su lápida, así que no hay problema. Un beso a la tumba, un abrazo y palabras nuestras sellaron mi visita a París: Ya podía irme sib ver lo demás fuera lo que fuera, mi misión en París estaba cumplida, Modigliani me susurró al oído que ya podía partir tranquilo y que nada malo pasaría, y yo le creí, y dijo la verdad.

Modigliani y yo, mientras me decía cosas.

El camino hasta Notre-Dame era bastante lejos, usé el metro. Y sí, la catedral es impresionante de día y y de noche, yo llegué ya cuando anochecía a las 5.30 pm, pero al otro día, antes de irme de regreso a Beauvais regresé por fotos. Desde el momento en que salí de ver a Modigliani mi euforia era demasida, y ver a Notre-Dame y comprobar su majestuosidad me ameritaban otro vino. Y este vino que compré me aseguré de pedir que me lo abrieran en la misma tienda, y sí, parece que es común que pidan vinos abiertos pues el dependiente tiene su sacacorchos junto a la caja.  Un tipo con su guitarra electro-acústica conectada a un amplificador portátil y con efecto de reverb cantaba covers de U2 espereando por monedas, pero el hecho de que cantó dos veces «With or without you» exactamente igual me hizo dudar de su supuesta guitarra, pero en fin. Me despedí de Notre-Dame escuchando desde afuera el órgano, y que cosa tan más apoteósica!!! Era como si escuchara lo de las películas pero en vivo, aunque sin duda cuando el campanario empezó a sonar opacó cualquier impresión sonora precedente.

El Sena de Noche

Las campanas suenan demasiado fuerte pero sin lastimar, tienen un timbre tan hermosamente pulido por los años… y duran demasiado, casi 4 minutos o tal vez más, y cada torre (o maquinaria) toca una melodpia iferente a la otra, pero complementarias, como si fuera una primera y segunda voz, tienen que escucharlo en el video. Cuasimodo no estaba esa noche, pero si sus amigas las gárgolas, sólo que de noche y desde abajo es muy difícil apreciarlas. Con un trago de vino me largué a visitar las callejuelas del río y por fin, esa noche encontré París. El vapor que se ve en las peliculas viejitas que emana de esas callejuelas parisinas estrechas y viejas es real, lo juro. Ese fue mi otro momento cumbre, poder encontrar el París de verdad.

Notre-Dame

Ya en ese momento no tomé fotos pues ya me había acabado mi rollo y no encontraba el par d epilas de repuesto de la cámara digital, pensé que lo había dejado en el hostel pero si venía conmigo. caminar por ahí me volvió a llenar, me hizo olvidar la caminata tortuosa sobre la nieve cuando llegué, el frío, el hambre, todo. Fue maravilloso ir descubriendo callejón tras callejón, y di con el río unas 6 veces cuando según yo me internaba más profundo en los callejones. Y desde una de las orillas del río, divisé la punta de la torre. Y con mi vino en mano, me dispusé a terminar mi visita a París desde la torre Eiffel.

Panorámica de Notre-Dame

A primera vista, la torre se veía a 20 minutos de distancia. Pasó una hora y aún no llegaba, así es de grande. Ya cuando llegué, mi vino se había terminado y se hizo necesario que comprara una botella pequeña de otro más corriente que para el caso fue lo mismo, me embriagó más que en la navidad. Y por fin llegué… no cabe duda que sí es una cosa tremenda esa torre, de noche es como una lanza de luz en medio de la oscuridad. El espectáculo que se ve desde abajo es fenomenal, y el espéctaculo que se da abajo es peculiar. Como en el zócalo, 500 vendedores con torres hechas en china las ofrecen, venden rosas, llaveros, bufandas… y son africanos, egipcios, turcos, de no sé donde más… y son como en el zócalo, insistentes, incisivos. Un mercado es lo que es la torre Eiffel en la parte de abajo. Pero es por igual un monumento asombroso, no subí porque ya era demasiado dinero, cobran por pisos… y son tres… de 30 metros cada uno, pero aún así.

Notre-Dame de lado

Ahí me terminé mi vino, ahí grabé videos, ahí encontré las pilas en la mochila y tomé las fotos que mi ebriedad me dejó tomar. Y ahí comencé a despedirme de París. Mientras iba en los callejones hab+ia estado silbando y tarareando la canción de La vida en Rosa, ahora la escuchaba tocarse desde uno de los puestos de comida rápida… me senté en el parquecillo de cerca, saqué mi libreta y escribí, y después saqué mis últimos cigarrillos y me quedé contemplando a la torre. Me esperaba un largo,larguísimo camino de regreso al hostel, unos 10 kilómetros de calles, río, avenidas y turistas. Pero en ese momento, sólo pensaba en el París que por fin, hasta ya muy tarde me había dado su rostro más hermoso. Pensé  en Modigliani, en mi mismo, en mi siguiente destino, en mi aventura y en el frío que no cesaba, y cuando la torre dejó de dar su espectáculo de luces y la gente se empezó a retirar, yo también me levanté y con las últimas notas de la canción (la repetían sin cesar) me fui camino a mi cama, agradeciendo a París por mostrarme lo que me mostró y recordando las palabras de Dimitri: «Volverás, todos vuelven…» Sí Dimitri, todos vuelven y yo volveré. Pero la próxima vez que vuelva, ya no seré un niño pretendiendo ser un hombre, ya seré un hombre y regresaré a reclamar un pedazo de suelo de París, ya sea en las calles de los vivos o en las calles de los muertos…

Quand elle me prend dans ses bras
il me parle tout bas… je vois la vie en rose

La torre Eiffel preparándose...

                                                                             

... y despegando...

 

El Sena junto a los callejones

 

Otra panorámica de Notre-Dame, ya de lejos.

 

La moto de Francisco Medina en un futuro cercano.

 

Gracias a Eric, Paco, Nadia y Hans por el aporte para este post.